Siempre fue muy escéptico con muchas cosas, era más bien
una extraña combinación entre un muchacho soñador y un hombre de razón, él
había encontrado el equilibrio, o por lo menos eso creía, pero si algo tenemos
los seres humanos es que necesitamos creer en cualquier cosa que nos dé
esperanza de que existe algo más que lo que nuestros ojos pueden ver.
Por sus piernas y hasta sus ojos subió una extraña pero
inspiradora magia, cuando llegó al lugar no pudo más que besar el suelo del hogar
del que su gran ídolo, ese literato al que tanto admiraba, salía cada mañana
para el día a día, sintió ganas de llorar, la emoción llenaba su ser de una
manera totalmente nueva.
Era la Merrion Square North en Dublín, y al final de la
calle, justo en la esquina, ese lugar tan lleno de historia, estaba la casa
donde Oscar Wilde vivió hasta sus 21 años, y de repente toda la piel se le
enchinó, viendo de frente la majestuosa y blanca morada, dando lugar a un gran
suspiro.
Llegó como por casualidad, era lo que menos esperaba, pero
si en algo siempre ha creído es en el destino, toda su vida ha estado en los
lugares en donde debe estar, y en ese momento, justo en ese frío instante, no
debía estar en otro lado más que ahí.
Se sentó en las escaleras, posó su hombro sobre el
barandal, cerró los ojos… se sentía lleno de alegría, igual que el príncipe
feliz, lleno de juventud, justo como Dorian Gray, tan apasionado como el
ruiseñor que lo hace todo por amor y tan enamorado como el enano frente a la
infanta, y con una sonrisa dibujada en su rostro, no hacía más que agradecer al
destino.
owww me gustó mucho :)
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